No voy a poder olvidar esa noche.
-Por el debut de Blú -Decía con su vaso en la mano- Salud
-Salud - Dijieron las voces al unisono.
Levante mi vaso y brinde con todos, tomé un trago de cerveza y me quedé mirando la mesa. Un sudor frío me recorrió toda la espalda.
-¿Estas nerviosa? -Preguntó.
-No, simplemente un poco ansiosa, y tengo sueño. Quiero que empiece, tocar e irme a dormir -Soltamos todos un par de risas.
-Si, te entiendo, espero lo mismo.
Me quede quieta. Miré la hora y era casi medianoche. El tiempo pasaba lento.
-Vamos a tocar mas tarde por que otra banda toca primero - Dijo. El tiempo se me pasaba como si fuere una tortura. Pero creo que en ningun momento estuve nerviosa, simplemente ansiosa.
La hora se tomó su tiempo, pero llegó el momento.
Empezamos a arrear todos nuestros instrumentos. Preparamos la batería, probamos los micrófonos. Todo parecía estar listo.
-¿Arrancamos? -Preguntó.
Empezamos a tocar. A medida que iba relajándome sentía que el aire entraba y salia con mas facilidad. Me empecé a dejar llevar un poco mas. Cada vez que levantaba la mirada él estaba mirándome. Lo tenía enfrente. Me sentí un poco intimidada, había algo en su mirada que me perturbaba y esa fue una de las cosas mas particulares de la noche.
Podía ver que estaban todos pendientes de mí, por que era nueva en la banda, había ensayado poco, y todos sabíamos que no me sabia las letras, esa era la razón del atril con las partituras, pero no era ese mi miedo. Mi miedo era desafinar, y el miedo de él era que no cante cuando debía hacerlo.
Cuando paramos la primera canción, el baterista me preguntó si estaba cómoda. Lo miraba constantemente, porque su mirada me transmitía tranquilidad, y una falsa gratificación.
Las canciones iban pasando y me seguía mirando. No era una mirada prentenciosa, ni insinuante. No era una mirada descriptible.
Me empecé a soltar más y más. Creo que en ningún momento me reí, pero estaba muy tranquila, estaba contenta. La lista iba terminando. Llegamos al fin del repertorio y nos pidieron más canciones. Creo que en ese momento si me empecé a divertir más. Un chico llevó su filarmonica así que le doné mi micrófono, y me moví hacia donde estaba él y compartimos el micrófono. El me sacaba fácil una cabeza y media, por lo cual yo me ponía de puntas de pié y él se agachaba. Los dos nos reíamos. Cantamos y cuando terminó todo dimos las gracias.
Fué de la mejor forma en que podía iniciarme con el mundo de la música. Fué una buena noche, tranquila, íntima. La pasé bien, y no sé si lo hice bien o mal, pero dí lo mejor de mi. Y hay cosas que hicieron especial esa noche, como ellos.